El mejor Milan del mundo

Los Inmortales de Arrigo Sacchi - Odio Eterno Al Futbol Moderno

En los últimos años las ligas inglesa, española, e incluso la alemana, se han catapultado como las competencias nacionales más atractivas a nivel mundial. Mientras tanto, la Serie A ha ido perdiendo peso, el cual ha recuperado (en parte) con la temporada actual.

Ese escaso rendimiento en la competitividad aportada por los clubes italianos genera cierta nostalgia en los grandes y en los no tan jóvenes, que fuimos espectadores de lujo del Inter de Mourinho, la Roma de Totti y Batistuta, el Parma de Crespo o la Lazio de Vieri, Nesta y Nedved. En esta edición nos compete el que probablemente fue el mejor equipo que tuvo en su historia el Calcio: El Milan de Arrigo Sacchi.

Corría el año 1986 cuando el ya conocido empresario, Silvio Berlusconi, compraba el 51% de las acciones del Milan y se convertía, así, en el presidente del club “Rossonero”. “Il Cavaliere” tenía claro cuál era su objetivo para el club: formar un equipo sólido y competitivo que dejara atrás los oscuros inicios de la década del 80 en la que descendieron a segunda división en dos ocasiones.

Berlusconi ya había aportado sus recursos económicos y si bien el equipo se mantenía en el lote de arriba, no lograba destacar ni mucho menos salir campeón. Los grandes aciertos llegarían para la temporada 87-88 con los fichajes de los holandeses Ruud Gullit y Marco Van Basten. Pero la frutilla del postre, y más sorprendente de todas, fue la incorporación de Arrigo Sacchi como Director Técnico, en lo que era su primera experiencia en un equipo de primera división.

Con la revolución estratégica impartida por el nuevo entrenador, el potencial ofensivo de los holandeses y la solidez defensiva de Galli, Baresi y un joven Maldini, el Milan se hacía con el Scudetto en el primer año de la era Sacchi.

El equipo funcionaba casi a la perfección, y para potenciar aún más el nivel de juego y cerrar el trío ofensivo, Berlusconi consiguió la contratación de un tercer holandés, Frank Rijkaard. El primer objetivo, ganar la Serie A, ya estaba cumplido, ahora era turno del desafío más importante para los rossoneros: La Champions League.

Las dudas sobre el nuevo entrenador y la formación del equipo habían quedado atrás. Se habían ganado la confianza para ser uno de los favoritos en la competición más importante a nivel de clubes.

El entrenador italiano, que venía de dirigir al Parma en la Serie B, había irrumpido en el siempre defensivo Calcio con una propuesta renovadora que rompía con el sistema acostumbrado a ser utilizado por los equipos italianos. Tanto fue así, que la primera mitad de temporada en el club, los jugadores la utilizaron para acostumbrarse a la idea de juego establecida por el míster.

El Milan de Sacchi se caracterizaba por un marcaje defensivo en zona (más la utilización de la trampa del fuera de juego) y una presión adelantada y ofensiva, preparada para el contraataque. Un medio centro completo que atacaba y defendía y el tridente holandés que se entendía a la perfección en equipo y brillaban con luz propia en las acciones individuales.

Con su fortaleza y poderío ofensivo el Milan comenzaba a avanzar con facilidad en la Champions propicionándoles un 7 a 1 en el global, al Vitosha Sofía de Bulgaria. No obstante, en las rondas siguientes las definiciones fueron más reñidas. En octavos de final eliminó al Estrella Roja serbio por penales (4 a 2) tras igualar los dos partidos 1 a 1.

En cuartos de final derrotó en la vuelta 1 a 0 al sorprendente Werder Bremen, tras empatar sin goles en la ida. A pesar de los ajustados resultados, el Milan seguía imponiéndose y era uno de los favoritos hasta que se topó con el poderoso Real Madrid en las semifinales.

El conjunto español llevaba más de 20 años sin levantar el trofeo y ansiaba volver a alcanzar la gloria. A pesar de que el Milan deslumbraba con su juego, no era ninguna amenaza para los merengues, o eso se creía. Tras igualar 1 a 1 en el Bernabéu, la llave se definiría en Italia.

Este partido marcaría un antes y un después, luego de la contundente victoria por 5 a 0 que le propinó el conjunto de Sacchi a los “Merengues”. No había dudas de lo que era capaz el Milan. Ancelotti, Rijkaard, Gullit, Van Basten y Donadoni fueron los autores de los goles y los protagonistas de una clase de fútbol que quedó en la historia dorada de la Champions League.

Con el batacazo consumado, el Milan debía sellar su momento de gloria en la final ante el Steaua Bucarest de Rumania que había conseguido ganar la edición de 1985/1986.

Si por alguna razón quedaban escépticos con ciertas dudas sobre el equipo italiano, bastaron los primeros 45 minutos para disiparlas. El conjunto de Sacchi dominó durante todo el encuentro y finalizó el primer tiempo goleando 3 a 0 con un doblete de Gullit y otro de Van Basten. El propio delantero conseguiría su segundo gol ni bien iniciada la parte final para sentenciar una contundente victoria por 4 a 0.

Veinte años después de su última conquista en la competición europea, el Milan alzaba su tercera Champions y dejaba atrás el trago amargo de perder la liga en manos del Nápoli de Maradona.

El Milan alcanzaba el reconocimiento mundial, pero esto no terminaba acá. El hambre de ganar de Sacchi y compañía seguía intacto ,y el objetivo principal pasaba a ser la revalidación de la Copa de Campeones.

Para la nueva edición Berlusconi lograba mantener la base del equipo, y en cuanto a refuerzos destacaba la incorporación del delantero Marco Simone que venía de segunda división y que en los años siguientes se convertiría en un habitual en el conjunto rossonero.

Comenzaron la edición 1989/1990 con paso firme tras derrotar 5 a 0 en el global al Helsinki finlandés. Y en los octavos de final viviríamos otra eliminatoria para el recuerdo, Milan y Real Madrid volvían a verse las caras. Y si bien no hubo goleada, el equipo italiano se mostró fuerte en casa ganando por 2 a 0 y a pesar de que en la vuelta perdió 1 a 0 avanzó de ronda ante un equipo español que nunca pudo encontrarle la vuelta a las estrategias de Sacchi.

En cuartos de final eliminó al Malinas de Bélgica y en semifinales tendría otro duro rival: el Bayern Múnich. En Italia ganó el Milan 1 a 0. En Alemania la victoria fue para el Bayern por 2 a 1 luego de tener que disputar la prórroga. Pero en esos momentos ya existía la regla del gol de visitante que le daba la clasificación a los rossoneros.

La final fue ante el Benfica de Portugal que logró hacerle frente hasta el minuto 68 en el que Rijkaard anotó el único gol de la final que le daba el bicampeonato en Champions.

Los títulos consecutivos eran una muestra del juego que exponía el equipo en cada encuentro, Sacchi había deslumbrado con sus tácticas ofensivas en un fútbol italiano siempre caracterizado por priorizar la defensa, aspecto que tampoco descuidó y que estaba bien resguardado con un Baresi, que ya era uno de los mejores defensas del mundo, y un Maldini que iba camino a serlo.

Sin embargo, los años de gloria de Sacchi en Milan comenzaban a llegar a su fin con una sorprendente eliminación en cuartos de final ante el Olympique de Marsella en la edición siguiente de Champions League.

Tras finalizar esa temporada, Sacchi decidió dar un paso al costado para dirigir a la Selección Italiana con la que llegó a la final del Mundial de 1994. En su lugar, Fabio Capello se hizo cargo del equipo rossonero con el que pudo conseguir varios campeonatos, pero nunca recuperar la mística que deslumbró a todo el mundo.

Con Sacchi al mando, el Milan ganó una Serie A, una Supercopa de Italia, 2 Champions League, 2 Supercopa de Europa y 2 Copas Intercontinentales. Además, conquistó el corazón de todos los amantes del fútbol y fue protagonista e ideólogo de uno de los mejores equipos de toda la historia.

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